A.

Antes de Cumplir Once Años

Antes de cumplir once años, parecía que quedaba mucha vida por delante antes de morir.

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Es la lluvia sobre el mar.

En la abierta ventana,

contemplándola, descansas

la sien en el cristal. (Jaime Gil de Biedma)

 

Unos brazos recorren tu piel, y te abrazan.

Pero no te vuelves hacia mí, sonriéndome, como solías hacer.

Es ahora a él a quien se lo haces.

Pienso en como ha pasado el tiempo y te recuerdo así. Desde que me tuve que esconder y aceptar mi etiqueta social de maqui.

He tenido fe en ti y aquí estoy. Sin nada que dar, sin nada que recibir.

Nos prometen cosas que no nos pueden dar y acabamos prometiéndonos esas cosas a nosotros mismos.

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A.

A mi padre, Rafael.

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Recuerdo de mi infancia, Valença años 90

Los castillos tienen fantasía. La contienen. El paseo tiene gracia y plenitud. Todo es verde. Las mariposas de cuentos sonrojadas bajo la tenue luz del atardecer.

Los castillos me recuerdan a la desdicha, a la codicia de poder.

-Papá, ¿las murallas existen porque había guerras?

-Sí. Las construyeron para protegerse de posibles ataques ajenos.

-¿Quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos?

Siempre los había visto en mis películas. Pero en ese momento, empezó a brotar la idea dentro de mí de que, la vida era mejor que la ficción. Enseña lecciones realmente empíricas.

-En esta vida no hay buenos ni malos, Beatriz, solo personas enfrentadas.

E.

El Carril de la Memoria

Invierno de 1945

OLYMPUS DIGITAL CAMERAEstaba haciendo los deberes en mi cuarto cuando, de repente, un objeto golpeó mi ventana.

Era Simón.

-¿Qué estás haciendo?

-¿Tú qué crees, Tom? -me dijo con su sonrisa pícara, sosteniendo nieve entre sus mano- No siempre nieva tanto.

-¡Pero es de noche, y nos pueden castigar!-insistí-. Las normas son las normas. Y más si vives en un orfanato.

-En esta vida hay que asumir riesgos – me clavó su mirada mientras extendía sus manos llenas de nieve hacia mí- Y deben de ser a lo grande.

Siempre hacía caso a Simón. No sabía si era porque carecía de carácter y de personalidad o simplemente porque con él hacía cosas que nunca saldrían por mi propia iniciativa y que eran, eso, arriesgadas e imprevistas.

Como la vida misma.

Mis zapatos estaban desgastados y me entraba agua. No me quejé porque sabía que mi amigo estaba en las mismas circunstancias que las mías.

Corrimos hacía el bosque con los brazos abiertos, como si de aves nos tratásemos. Era muy propio de Simón. Le encantaban los pájaros. Me había contado en una ocasión que era por las alas. Por esa libertad que representan.

-¿Sabes Tomás? -me dijo mientras intentaba encender un cigarro sin éxito.

-¿Sí?

-Al salir de aquí seré piloto de avión.

No quise decirle que eso era muy difícil, que requería de muchos estudios y dinero, dado que en sus ojos se percibía un brillo nostálgico y soñador.

No me sentí culpable ni mentiroso, sino cómplice de aquel silencio que unía nuestra amistad.

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