R.

Reseña de Las aventuras de Tom Sawyer

Hoy es el día del libro infantil y juvenil y voy a hablaros de Las Aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, uno de mis libros favoritos de la infancia. Todo un clásico que pienso que debéis conocer, dado que es un ejemplo para demostrar que las lecturas infantiles y juveniles tienen mucho que contar, y pueden ser leídas en todas las edades.

Libro: Las aventuras de Tom Sawyer

Título orginal: The adventures of Tom Sawyer

Autor: Mark Twain

Fecha de salida: 1876

#clásicosparaleer

Ambientado en una pequeña localidad a orillas del río Mississippi, «St. Petersburg», relata los sucesos de la infancia de un niño que crece poco tiempo antes de la Guerra de Secesión (1861-1865) en Estados Unidos.

En mi estantería me reconcilié con este libro y, al sujetarlo entre mis manos, me transportó a mi infancia. Su autor, Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens) es un genio de la literatura infantil y juvenil. Mark era un aventurero insaciable (su vida de aburrida no tenía nada). También le fascinaba la labor del periodismo y la defensa de los derechos humanos: uno de sus más famosos discursos fue a favor del voto femenino. ¡Todo un adelantado a su tiempo! Además de buen escritor, una joya de persona a la par de divertido. Me iría a tomar un café con él encantada.

¿De qué trata esta historia? El protagonista es Tom Sawyer, un niño huérfano y humilde que vive con su tía Polly (de la cual recibe unos cuantos castigos). Este pequeño valiente disfruta el día a día, de trastada en trastada con su amigo y partner in crime Huckleberry Finn. De hecho, ambos se ven enfrascados en una aventura de lo más interesante, pero no quiero haceros spoilers en la reseña. Y además, hay trama amorosa: Tom tiene un crush con Becky, hija de una familia adinerada. 

Vaya, las peripecias que todo niño quiso llegar a tener a esa temprana edad: aventura, amistades y amor. Recuerdo mi sangre bombeando más fuerte en ciertos momentos de clímax en la historia. Como véis es uno de mis libros favoritos de la infancia y su relectura no me deja indiferente.¿Por qué? Porque está ambientada en los Estados Unidos, donde la esclavitud y la discriminación de la raza negra estaban en pleno auge junto con una desigualdad económica latente.

Ilustración de Blanca Millán en Clover, o meu debú literario, editado por Aira Editorial. Imaxe que representa dúas das miñas lecturas favoritas da infancia: Harry Potter e As aventuras de Tom Sawyer


Mark Twain no nos deja indiferentes y hay frases en el libro que son dignas de ser subrayadas (como estas):

“La quietud, la soledad que transpiraban los bosques, la sensación de soledad, empezaron a gravitar sobre sus espíritus”.

“Silencio absoluto; silencio tan profundo que hasta el rumor de sus respiraciones resaltaba en aquella quietud”.

“Durante un breve rato pareció que la esperanza revivía no porque hubiera razón alguna para ello, sino tan sólo porque es natural en ella revivir cuando sus resortes no se han gastado por la edad y la resignación con el fracaso”.

“He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él”.

“Tom ya no pensaba que la vida era hueca y vacía. Había descubierto, sin saberlo, una ley fundamental de la vida humana: la de que, para que un hombre o un niño ansíen algo, sólo es necesario que ello sea difícil de obtener.”


En definitiva, aunque no seáis de clásicos y os de pereza, dadle una oportunidad y decidme qué os parece.

U.

Unexpected stop in Oklahoma

The plane lands at the closest airport to Oklahoma, despite not being the destination chosen. San Francisco is still three and a half hours away… In the aisle an extra extra large man, and the default flight attendant, is in charge of serving glasses of water and salted crackers to the passengers. They do not seem very angry, rather reigning in calmness.

«What happened?» A girl starts up.

“A problem with the air pressure when we were flying over Texas, and I don’t know what about the bathrooms. I was half asleep.”

“Me too. I thought we had arrived in San Francisco.”

Some passengers get up and go to the giant man to ask for sandwiches.

“I don’t know what has happened! Now we’ll have to wait for them to give us information from the cockpit!» The big man points out while the rest scarf down his snacks.

One of the girls takes out a coloring book from her bag. And a pencil case with soft tone colors.

“I like painting. It relaxes me,» she points out.

«Yeah, it’s great,» the other points out.

«Would you write something for me there?»

“I don’t know.”

«Something that describes you. A phrase. Something.”

“Do you mind if it’s in Spanish instead of English?

“Not at all.”

The girl takes out a brown color pencil and writes «Take risks.”

«Have you ‘taken’ many risks in your life?» Says the girl forcing a Spanish accent when she tries not to speak English.

“I am a little embarrassed. The other passengers can hear us talking. But let’s just say yes.”

“You wouldn’t be traveling to california in an over 24 hr trip if you hadn’t.”

«ah?»

The girl laughs. Not trying to be rude, but because of the giggle worthy effect of an American speaking spanish.

«Passengers we are going to continue on our flight in 20 minutes»

«I just hope my family does not get unhinged. Today was the Orlando massacre.

“You’re right.”

 

R.

Rosa. Rosa chicle fluorescente

Sus yemas acarician el envoltorio con delicadeza. Lo abre con parsimonia. Rosa. Rosa chicle fluorescente. Los rayos de luz caen sobre él como lluvia fina de serpentinas. Imágenes de algodones de azúcar azotan su mente. Fiestas del pueblo. Ambiente carnavalesco. La mano de papá arrugada y áspera contra la suya. Los cabezones. Pis en los pantalones. Imágenes borrosas de una juventud perdida ya.

El pedazo rosado, la píldora de la nostalgia, es introducida en su boca.

 

 

“Clac-clac-clac-clac”. Chirría su mandíbula. “Qué complicado es esto de hacerse mayor”, piensa. Y una voz acude a su cabeza. Es su médico. “Rodrigo no mastique chicle, ¡su artritis en la mandíbula es muy pronunciada ya!” “Estúpidos médicos. Qué sabrán ellos”, piensa.

Juega con su lengua, e inclina sus labios con delicadeza hacia delante en forma de “o”. Un globo va tomando forma intimidando con desprender el ancla que lo ata a la superficie. Sueña con flotar entre algodón de azúcar. La calma impoluta. Rosa. Rosa chicle fluorescente. Los rayos de luz caen sobre él como lluvia fina de serpentinas. Cada vez la burbuja es más amplia, más circular.

Se siente observado. El niño que está sentado en el banco situado enfrente de él lo señala con el dedo índice y tira del vestido de, por su aparente edad y afinidad, su abuela. Habrán ido al parque a pasar la tarde. Eso parece. Nuestras miradas se cruzan. “Qué complicado es parecer que no te está permitido ser libre como cuando eras niño”, piensa. Entonces explota en su cara la pompa de aquel chicle. Y unas manos ásperas le ayudan. En su mente, su padre cobra vida. Ante sus ojos, aquella dulce señora revoloteaba vivaz, preciosa y cercana. “¿Qué podría hacer? ¿Proponerle salir? ¡Sentía cosas que nunca imaginó volver a sentir! ¿Acaso el fuego de la pasión azotaba su viejo y triste cuerpo? ¡Qué complicado es sentirse vivo cuando sólo se espera otro día mediocre sin más!”, pensó.

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