Carlota iba a la boda de aquel tío de su madre pero en el camino se encontró con ese mismo tío vestido con un traje negro y el tío se dirigió a ella zarandeando una botella de vino abierta.
-Me cago literal sobrina. Eres mi sobrina, ¿verdad? Te sigo en Facebook, ¿guay en el extranjero?- bebió de un trago- ¿Y si no es la mujer de mi vida?
Así fue como Carlota manchó su vestido.
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La etiqueta de su vestido era indescifrable. Lavarlo era un misterio traído de la mano de la globalización. Un misterio y un cristo. Un cristo sin boda ni ceremonia.