Esa iniciativa de levantarte del bar cuando yo me despido del resto. Esa súplica de que te cuente historias que jamás quisiste escuchar antes. Esa espontaneidad de sujetarte de mi brazo. Esa sonrisa divertida que despierta de su largo letargo. Ese mundo que te parecía gris y de repente te hace gracia y quieres comértelo a bocados. Esa forma de despedirte de mí diferente al resto. Esa ansia de generar nuevas conversaciones minutos previos a cruzar la calle y seguir con nuestros caminos. De repente sé más de ti. Nos seguimos despidiendo otras tres veces más. Pienso “¿Me volverá a tocar antes de irse?” y me pegas con el paraguas en el trasero.
Te vas y a lo lejos te ríes divertida.
Eres eso para mí.
Comunicación no verbal.